Sionista

Sionista es quien está dispuesto (y lo hace, o tiene una excelente excusa a su pesar) a vivir en Israel, en un Estado Judío. No es una definición de diccionario (empecé a desconfiar cuando Rivera no aparecía, y si aparecía, riverense solo era "habitante de Rivera"), pero es la que uso. Quien vive en Israel, pero le da lo mismo que sea o no sea Estado Judío, no entra en esa definición. Quien no vive en Israel porque está cómodo en otro lado, no entra en la definición, por mucho que hable o done, a lo sumo se podrá llamar simpatía o caridad sionista, pero no es sionismo si no vas a vivir dónde crees que deberías vivir. Como tnuá, creo que agregamos, quizás no a la definición pero al compromiso, activar en la sociedad de Israel. Si es por preferencias, quién vive en Israel y piensa que está bien que sea un Estado Judío, pero sus razones para vivir ahí son distintas a la ideología, no activa en la sociedad más que comprando zapatos, es sionista pero medio trucho, que digamos.
Según yo, para ser sionista también tenés que decidir por qué lo sos. Y en esa categoría, se me ocurren dos razones (debe haber más): escapar del antisemitismo y evitar la asimilación.

No es necesario probar que, un poco, nos odiaron durante la historia. Y que escapar de ese odio, buscar un lugar donde crecer en paz, es un gran motor del sionismo. Incluso Hertzl, en El estado judío, habla de reconocer la cuestión judía, el hecho de que no nos quieren, y fundar un estado en otro lado donde nos podamos querer al menos entre nosotros. Ese otro lado, si bien podría haber sido cualquier otro lado, tiene cierto sentido simbólico que sea en Israel, y comparto la sensación y el sentimiento histórico que se genera en esta tierra cargada de recuerdos. Y si es que existe alguna clase de derecho sobre esta tierra, no es más que el derecho de quererla, que no se contrapone con el sentimiento de otros pueblos que también la habitan y la quieren (¿o acaso necesitamos más de una vida para querer el lugar en el que vivimos o elegimos vivir?¿o lo que se quiere no se puede compartir con otros que también lo quieren?). Si bien no comparto la desesperanza de que no nos acepten en las sociedades y en las tierras donde nacimos y que también podemos querer (quizás porque en Rivera la gente, incluso sin demasiado amor, se saluda en la calle en vez de evitarse), si bien prefiero combatir el antisemitismo en lugar de escapar de él, considero válido el miedo al otro, considero válido no creer en las personas que nos odian, aunque no comparto para nada.

La segunda razón es sin duda más interesante. La asimilación tiene que ver con la cultura, con la educación. Un asimilado es alguien que no se reconoce judío, que no le importa el judaísmo, y eso evidentemente es una decisión que tuvo que ver con un proceso, que de haber sido distinto, hubiera, claramente, también cambiado la decisión. Sentirse parte del pueblo judío y aportar y absorver de su cultura indica el relacionarse durante mucho tiempo con gente de ese pueblo, haber recibido, aprendido mucho sobre judaísmo, que todo esto sea parte de su historia personal, de su desarrollo y de su presente. Es lógico que un país lleno de judíos con un estado que enseña desde las escuelas cultura judía, hará que el pueblo se mantenga y siga creciendo en el tiempo. Y es más difícil (pero no imposible) que pequeñas comunidades mantengan un vínculo entre sí, y con comunidades de otros lugares, encontrando valor en el ser judío. Rodeados de una sociedad que tiene otras tradiciones, otra historia, que también es parte de la historia de esa comunidad. Porque quién nació en la diáspora, a menos que haya vivido en un barrio cerrado con acceso únicamente permitido a judíos y televisión propia, tiene una identidad formada con cultura no judía, y eso además de no estar mal, es imposible de cambiar, de negar, incluso haciendo aliá. El desafío de mantener la cultura judía aprovechando la cultura del lugar dónde estás, sin verla como enemiga, puede ser muy productivo. Que la cultura judía se desarrolle en distintos lugares y rodeada de distintas culturas creará judaísmos muy dispares, que sería muy interesante compartir. También es un desafío válido para los judíos. Sobretodo para aquellos judíos que sienten suyo el lugar donde nacieron, o eligen vivir fuera de la cultura israelí, por razones ideológicas o sentimentales, si me permiten despreciar motivos económicos o de comodidad (aunque sean igual de válidos, si es que pensar y querer no están en sus prioridades). Y estando yo entre ellos, considerándome a lo sumo simpatizante del sionismo, les digo que de todas formas me siento totalmente orgulloso de quienes hacen aliá, asumiendo el desafío de mejorar la sociedad israelí, eligiendo dónde vivir y desarrollarse, por motivos ideológicos o sentimentales, que comparta o no.

Saben que pueden venir a tomar mate a Rivera, además. Están invitados. Jazak ve´ematz!